En abril de 1992, el cuerpo de periodistas estadounidenses “Washington Times” visitó a la República Popular Democrática de Corea donde tuvieron suerte de ser recibidos por el Presidente
En el acto, el jefe de la delegación le preguntó si sería amable de dar a conocer cuál era su gusto y a qué deporte se aficionaba.
En efecto, prestar atención especial al gusto de los jefes del Estado o los políticos famosos es la psicología común de los periodistas occidentales.
Ellos quedaron sorprendidos preguntando otra vez si no tendría algún gusto.
En seguida, el jefe del cuerpo de periodistas quedó emocionado diciéndole:
“Hasta ahora oí de numerosos jefes de Estado y políticos jactanciosos que sus gustos eran caza o pesca, natación o entretenimiento, pero nunca he oído que leer libros o compenetrarse con el pueblo es su gusto.
El gusto de Su Excelencia Presidente es tan modesto y, además, tengo duda de si podría decir que es gusto. Pero, el significado es igual al universo. De veras, Su Excelencia posee el gusto del gran hombre que nadie puede tener.”
Así, el Presidente