El gran Dirigente
Los soldados derramaron incontrolables lágrimas en vez de dirigirle palabras con todos los detalles al gran Dirigente, quien visitó inesperadamente el puesto por la noche del último día del año. El gran Dirigente les dijo que no lloraran, que en ese momento en Pyongyang los niños estarían cantando canciones de celebración del Año Nuevo, que los soldados defendían con fusil esa canción y que vino para decir con fusil que la luz del palacio de escolares y niños nunca se apagaría.