Un día de agosto de 1953, a una semana del cese de la guerra el gran Líder
Ese día dijo al personal de ella que no debían pedir ayudas a otros ante dificultades y pruebas, que resolver los problemas pendientes con la dependencia de otros era una actitud ajena a la clase obrera revolucionaria, que ante las dificultades, por muy grandes que sean, debían desplegar el estilo de resolver todo por propia cuenta con una confianza firme en sí mismos y que al levantarse todos llenos de ánimo y fe podían restaurar con total certeza la acería con las fuerzas propias.
Y les exhortó a reconstruirla sin falta por propia cuenta.
Muy animada por la convicción independiente perseverante y la infinita confianza del visitante la clase obrera de Kangson sacó la primera colada en un corto lapso del tiempo con la devoción de toda la inteligencia y fuerza y el espíritu de apoyarse en las fuerzas propias pese a pésimas condiciones adversas.