Un día de septiembre de 1973 el gran Dirigente
Entonces un funcionario acompañante se lamentó de que no estuvieran florecidas de par en par.
El Dirigente le dijo que la hermosura de la cápsula de algodón se encontraba no en una elegancia sino en que no se alardeaba de sí misma, aunque daba mucha utilidad a la vida humana.
Y prosiguió que lo mismo que tal flor era más hermosa que otras, una persona recta y desinteresada pudiera gozar del amor y respeto del público.