Entre los ciudadanos que cumplen con conciencia y sinceridad el deber asumido ante el Estado y la sociedad con el orgullo y el honor de ser miembro de la República Popular Democrática de Corea hay una oftalmóloga del Hospital Universal de la provincia de Hwang
El día en que se graduó de la universidad y se ubicó como oftalmóloga, escuchó un cuento desde un doctor veterano:
En agosto de 1960 el gran Líder, camarada
Recordando siempre las palabras del gran Líder de aquel día, ella trató a unos miles de ciegos y al fin y al cabo ha curado totalmente durante más de 20 años que ha trabajado como oftalmóloga.
No se discute más los días y las noches, cuando ella se dedicó toda su energía y esfuerzos para la aprehensión del nuevo método de operación y la invención del equipo operativo para el tratamiento del paciente. En el caso de los pacientes débiles, puso toda su constancia y devoción para recuperarlos antes de la operación. E incluso injertó su conjuntiva a un obrero quien había perdido la vista para recuperar su vista.
Cada año recorría por las ciudades y distritos de la provincia y curaba los ojos de las personas, y en algunos días hizo operaciones para unas decenas de pacientes.
Cuando un joven médico le preguntó cómo venía superando la carga espiritual y física difícil de aguantar, respondió que no se daba cuenta del paso del tiempo pensando sólo en que le daría a mucho más personas la luz para presentarlos ante los grandes Líderes
La gente le llama como “nuestra doctora”, “nuestra madre”, quien recuperó la luz con alta capacidad e ilimitada devoción a miles de personas que perdieron la vista.
El país presentó a Kim Myong Wol, poseedora del ardiente amor al hombre y el espíritu de servir con total entrega a la patria y al pueblo, como benemérito patriótico del socialismo.